martes, 20 de enero de 2009

Siento que soy afortunada

Yo tenía un cuaderno milimetrado azul (que ha resultado verde, el azul era otro) donde escribía a lápiz, con mala letra y muchas más faltas que ahora, lo que ya entonces llamé: Mis pensamientos. Pegué un Mickey (si Mouse, ya estábamos americanizados entonces) en la primera hoja y por un altavoz decía "Los de Pili (Amparo), claro"
También hay un tesorito en forma de gotita de pegamento endurecido con forma redonda y lleno de burbujitas que a mí me debía parecer especial porque la pegué con un cacho de celo (hoy amarilleado) en la portada.
Lo mejor de todo es que aun me reconozco en este escrito y no me daría ninguna vergüenza decir que lo escribí ayer. Hay que aclarar que yo fuí una pésima estudiante pero me gustaba el colegio y eso, para mí, no es contradictorio. Bueno os dejo mis pensamientos de niña que suscribo hoy en día:

Siento que soy afortunada
Al pisar la nieve nunca pisada
Al coger la flor nunca sembrada
al comer el fruto nunca difunto
Al tener agua, comida y manta
Al poder contemplar el amanecer y el atardecer
la lluvia, la nieve, la escarcha
Al poder correr, reír, llorar, sentir, jugar
Y lo más importante estudiar
Saber que detrás de cada palabra hay un significado
detrás de cada hoja una evolución
detrás de cada hombre y mujer
un intervalo.

Y saber el significado de todo es
haber hallado un océano,
una esperanza y
una meta que alcanzar.

lunes, 19 de enero de 2009

Mi cuaderno verde


La primera hoja de mi cuaderno verde, donde escribía de niña todo los pensamientos que, ya entonces, se convertían en poesía.

domingo, 18 de enero de 2009

Las aventuras de Dick (3ª y última parte)

La noticia de la detención del trampero nos la dio nuestro querido amigo Chema, el guardabosque de la zona, que era un chico muy joven que vino este verano para sustituir a Navarro, el antiguo guarda.
Yo no comprendía como las personas podían hacer cosas así, como poner trampas y se lo dije a Chema. Él me explicó que no todas las personas vivían como yo, sin preocuparme de que comeré o donde dormiré mañana. Algunas personas se ven obligadas a hacerlo para vivir. Él lo explicaba todo tan bien que me quedé convencida de ello y lamenté que tuvieran que llegar a esa situación. Pero Chema me dijo que aun se llegaba a hacer cosas peores.
-¿Peores? - pregunté yo pues no concebía cosas peores que hacer sufrir de esa manera a un animal o hasta una persona...
-Si, Gabi- me contestó- cosas peores ¿me parece que voy a tenerte que explicar muchas cosas? No es bueno que no te enteres de lo que pasa en el mundo. Hay que ser conscientes del mundo- me siguió explicando Robín.
Yo no sabía que decir o pensar. A decir verdad no lo entendía muy bien.
-Bueno, ya hemos llegado a mi cabaña. ¡Hasta luego, Gabi!- dijo Robín
-¡Hasta luego! -le contesté.
Al regresar al cortijo fui pensando en que no me interesaba lo que pasara en el mundo, que como decía mi padre no es nada necesaria la televisión, ni la radio pues se podía hacer cosa mejores que ver la televisión como un autómata. Y esto no quería decir que fuéramos unos egoístas sino que ya sabíamos lo que pasaba en el mundo y nosotros haríamos lo posible por remediarlo. Aunque a veces dudaba de ello, porque lo que pasa en el mundo lo sabrá él, porque yo no tenía ni idea y los compañeros y maestros de la escuela, a veces, comentaban programas muy interesantes.
Cuando llegué a casa, lo de siempre: a estudiar. Comprendiéndolo todo, por supuesto. Y luego a leer un rato. Cogí el libro de Richard Bach "El don de volar". Era realmente maravilloso. Con esas historia me evadía, volaba por todo el mundo e incluso en el espacio con un simple biplano de aquellos años.
Y me acosté sin más y me quedé dormida. Esa noche soñé que volaba sin saber si yo era un chico o una chica. Volaba sin necesidad de nada. Iba al colegio donde todos se me quedaban mirando. Como siempre era un sueño raro y difícil de explicar.
Mi hermano mellizo, Gabi 2, porque le habían puesto también Gabriel pero había nacido el 2º, estaba en un campamento solo para chicos. Yo había querido pasar por un chico pero no pasé. Ya tenía 14 años y, por desgracia, se va notando que era una chica.
Bueno pues pensando en lo que estaría haciendo ahora Gabi 2 me escape al lago. Me encantaba bañarme en él. Y como a esas horas no había nadie por allí, hacía lo que me daba la gana y como quisiera. El caso es que había hecho una noche muy calurosa y el agua estaba templada como a mí me gusta. Y allí me ves, tirándome de cabeza desde la roca grande. Lo sabía hacer desde pequeña porque una me caí, bueno me tiró Gabi 2 y aprendí antes que él.
Par mi edad sabía nadar muy bien a muchas modalidades que me habían ido enseñando los turistas.
De pronto vi que se movía algo entre los matorrales. Ojalá sea un ciervo- pensé- me encantan... Me quedé quieta sin hacer ruido y tan pronto como vi lo que era me sumergí como una nutria. Así estuve cuanto pude resistir. Era Chema. Dios quiera que no me hubiera visto. Y así era porque cuando subí mi cabecita loca no vi a nadie. Así que salí del agua y me vestí enseguida. Otras veces había tomado el sol de la mañana un rato vez no lo hice por si aparecía por aquí otra vez.
No tenía muchas ganas de regresar, así que tomé el camino largo y fui andando poco a poco. Entonces salió de entre los árboles, Chema.
-Hola pequeña Gabi
-¿Qué haces por aquí tan temprano?
-¿Y tú?
-Yo he preguntado primero
-Salí a pescar y me encontré con el animal más bonito de la tierra y me entretuve en observarlo
-¿Qué animal era... ?-comencé a decir
-Nada, nada. Ahora me tienes que contestar tú.
-Pues yo salí también a pasear
-Y que cosa que llevas el pelo mojado
-Es que me di un chapuzón en el lago
-Ah! ya entiendo
Me acompaño hasta el cortijo y hablamos de Gabi 2 y de porque no dejaría ir a las chicas a esos campamentos.
-Esta tarde te lo explico, ¿vale?
-Deacuerdo. Hasta esta tarde entonces
-Hasta luego
Estaba deseando tanto hablar con Chema que ni me di cuenta de que la comida no me gustaba. Por fin vino Chema y le acompañe a hacer la ronda por los alrededores. Chema tenía que vigilar los contornos para que no hubiera cazadores furtivos, ni encendieran ninguna hoguera ni cosas parecidas.
-Bueno, empiezas o no- dije yo cansada de que me hablara de animales, que además ya me sabía y muy bien, por cierto.
-La verdad es que no se como empezar. Las chicas de tu edad ya pueden excitar a los chicos y hasta a los chicos del campamento
-¿Excitar? Pero si solo piensan en jugar...
-Pero olvidas que hay chicos mayores...
***
(Esta tercera parte ya no forma parte de la redacción del cole que hice sino que seguí en mi cuaderno particular dejando volar la imaginación. Mucho por cierto para tener solo 14 años. Los niños ( y más los adolescentes) tienen también su lado sexual, por supuesto. No seguí más allá sino quizá no habría podido ponerlo ya en "Imaginas niña"...Lo del lago es todo un clásico en la literatura...)
***

Las aventuras de Dick (2ª parte)

Era un sitio funesto, oscuro y lleno de humedad pues era un bosque muy tupido lleno de pinos y de zarzas que pinchaban como demonios.
Pero por fin se oyó un relincho: ¿sería de Dick? Era tan agudo... Yo nunca había oído a relinchar a un caballo así excepto cuando Pat trajo al mundo a Dick.
Fui como un rayo. No me importaban las zarzas ni los árboles solo quería encontrar a Dick.
Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando vi a Dick sufrí de aquella manera y ver lo poco que podía hacer yo para calmar aquella situación.
Dick había caído en una trampa. Yo había oído a los agricultores del lugar hablar de estas trampas tan horrorosas. Eso estaba prohibido, no se podía poner trampas. Además los niños, jugando, podían caer en ellas y romperse un pie una mano o cosas peores.
Banchi de quedó con Dick mientras yo iba a buscar ayuda. Encontré a Jesús, mi hermano, que ya se había dado cuenta de la falta de Dick. Nos apresuramos hacia él. En que llegamos le empezamos a quitar la trampa. Nos costó mucho pero lo conseguimos. Aunque, cuando se la quitamos, Dick se tranquilizó.
-Creo que tiene una pata rota- dijo Jesús.
-Ojalá solo sea una torcedura o una herida - comenté
Lo llevamos a casa entre los dos:
-¡Que suerte! Está el veterinario en casa
El veterinario había venido al cortijo a curar una vaca que teníamos enferma. Ya la había curado y se despedía cuando llegamos con Dick
-Solo es una torcedura y ya le he curado la herida. Dentro de unos días volverá a trotar por el prado.
Denunciamos el hecho y pasada una semana nos enteramos de que habían apresado al trampero. Ya no había peligro gracias a Dios.
***
(Esta 2ª parte forma parte de una redacción que hice para el cole en 8º de E.G.B.
Tiene importancia para mi porque me mandaron leerla en alto. La leí muy orgullosa porque me gustaba como me había quedado. Pero al finalizar la lectura la profesora se quedó callada. Finalmente, muy sería, me acusó de que no había la había escrito yo. Se organizó un debate improvisado en que unos opinaban que sí y otros que no (recuerdo un chico que saltó el primero para defender mi autoría)
Hay que decir en descargo de la insensible profesora que yo era una mala estudiante en casi todas la asignaturas y que resultaba raro que, de repente, hiciera algo que le había parecido tan bueno... pero eso no me lo dijo.
Yo tampoco dije nada. Yo sabía que me la había imaginado y escrito yo solita. Y además que no me había costado ningún esfuerzo hacerlo. todo ese debate me parecía totalmente sin sentido y no sentí la necesidad de defenderme.
Y hasta aquí hemos llegado...)

viernes, 16 de enero de 2009

Cuento: Las aventuras de Dick (1ª parte)

Dick había estado con nosotros desde que era un potrillo. Era una pocholada, todo negro azabache menos una pequeña mancha blanca en la frente. Solo uno cuantos potrillos conservaban el color de nacimiento cuando crecían y yo quería que Dick fuera uno de ellos, que conservase ese negro azabache hasta la muerte.
Dick era el potrillo más travieso de los que he conocido; le gustaba trotar por el prado verde que había al lado del cortijo. Siempre estaba allí con su madre Pat. Espantaba a los gorrioncillos, perseguía a las mariposas y a las moscas y siempre estaba peleando con Banchi, nuestra perrita.
Una vez Dick salió al prado como de costumbre. Ya tenía cuatro meses, lo cual ya era bastante para un caballo. Además conservaba su negro azabache y su mancha blanca sobre la frente.
Ese día era justo el que cumplía cuatro meses. En los días que cumplía meses yo solía darte un terrón de azúcar que le gustaba mucho, pues era muy goloso. Mi padre decía que esto no era muy conveniente para los caballos pues les estropeaba la dentadura y puesto que la dentadura era tan importante para los caballos...
Solo yo me había acordado que Dick cumplía 4 meses. Así que cogí un terrón de azúcar sin que se diera cuenta nadie y me fui al prado a dárselo. Pero cual no sería mi sorpresa al ver que en el prado solo estaba Pat, su madre y Peter, su padre.
Lo busqué por todas partes pero no había ni señales de él. Recordé entonces que cuando era pequeño se perdió persiguiendo a una mariposa hasta el bosque. Pero su madre se dio cuenta y lo trajo al prado de nuevo.
Ahora Dick era grande y su madre ya no estaba pendiente de sus travesuras. Así que no se había dado cuenta nadie, excepto Blanchi y yo que lo buscábamos por todo el prado
- ¡Seguro que se ha metido en el bosque! -comenté, aunque no sé a quien porque tan solo estaba rodeada de perros, gatos y caballos.
Fuimos yo y Blanchi al bosque. A mí me daba miedo estar allí pero quería encontrar a Dick.

(Este cuento, escrito en 8º de EGB, es muy especial para mi. Otro día os cuento el motivo)

viernes, 9 de enero de 2009

Cuento: "La Navidad en que renació la Paz" 1ª Parte



Era Navidad, sí la Navidad del año 2000 –2001; del nombrado y renombrado año 2000.
En el, una pareja de paloma se refugiaba de la nieve en un viejo campanario de una antigua ciudad. En esta celebraban que terminaba el siglo XX y comenzaba uno nuevo, el siglo XXI.
Pero ala pareja de palomas no le importaba eso. Ellos habían sentido el cariño a sus pichoncitos más intenso que ninguna otra pareja. Ahora sus hijos ya tenían una vida separada de ellos y les seguían queriendo.
Entre ellos existía un amor, como no habían sentido nunca otra pareja de palomas. Nunca se vio unas palomas como aquellas. Hasta el punto de que cada criada de polluelos, la sentían igualmente macho y hembra, al igual que las parejas de seres humanos muy unidos: y cada enfermedad, cada pequeño resfriado, la sentían los dos. Las demás palomas se quedaban perplejas al contemplar esto, simplemente no lo entendían.
Bueno, pues la pareja Amis y Dulce, por llamarlos de alguna forma se pusieron a recordar viejos tiempos. Sí, a recordar, porque también recodaban lo que les había pasado en anteriores temporadas, bien frías o calientes.
probablemente eran las palomas con mas memoria e inteligencia de todo el mundo y se lo habían pasado a sus hijos naturalmente pero hasta el momento, ninguno había llegado al nivel de sus padres.
Recordaban cuando se conocieron, precisamente en una Navidad y en ese mismo campanario. Los dos coincidieron al pensar que, seguramente, no habría más criadas de pichoncitos, que aquella seria la ultima.
Recordaron con añoranza la primera criada, sin duda había sido la más temidamente esperada.. La educción de los primeros polluelos no fue tarea fácil.. Entre los dos decidieron que, ante todo les iniciarían en la lucha por la supervivencia y en la mejora de ellos mismos cada día.
Un poco de nieve cayó del alero en el pico de Amis y despertó a la pareja de sus sueños y recuerdos.
De pronto sintieron más jaleo, más inquietud en la gente de allá abajo y empezaron a tocar las campanadas.
Era un sonido hermoso, pero no para quien estuviera allí mismo, en el campanario.
Dulce, asustada, lanzó un chillido como nunca lo hubiera hecho. Amis de asustó y le dirigió una mirada interrogante como si le dijera:
-¿Cariño mio, que te ocurre?
Dulce, al no saber que responder, se apretó más a su pareja.
Seguían tocando las campanadas "Dim, Dom..." Por fin la última campanada sonó y surgió una inmensa luz que inundó todo el campanario. Una luz blanca, brillante, como nunca habían visto. La luz se fue disipando poco a poco y allí mismo, donde se encontraba la pareja apareció un pichoncito. Era como si una porción de aquella luz, hubiera quedado en forma de polluelo. La pareja no sabía que hacer, la gente gritaba y chillaba allá abajo, pero Amis y Dulce ni los oían. Solo miraban perplejos los movimientos de esa palomita llena de plumón brillante. Esta se acercó al ventanal y vio alejarse a una paloma que antes de desaparecer, se posó en le aire, en medio de la luna llena y dijo: "Adiós y suerte" Seguidamente, en un vuelo majestuoso, desapareció en el cielo lleno de estrellas iluminadas por la bella luz de la luna llena. El polluelo miró a sus padres, derramó una lágrima y dibujó una hermosa sonrisa en su pico que hizo que sus padres sintieran un cariño desbordante, como nunca.
El polluelo se acurrucó entre sus padres y se quedó dormido. Seguidamente sus padres también entraron en un profundo y suave sueño.
Ambos soñaron que su polluelo subía unos escalones. Parecía que cada escalón era una cualidad de la pequeña palomita: comprensión, sinceridad, ternura...; como si en cada escalón su color se convirtiera más blanco y más brillante.
Al final de la escalera, un mano le dirigió un rayo que terminó de culminar esa maravilla y una voz majestuosa dijo:
-Ves y haz la Paz.
Y la palomita voló con su plumón brillante a través del tiempo y el espacio hasta llegar al campanario.
Un rayo de sol se filtro en el campanario y despertó a Dulce y Amis. El rayo se reflejaba directamente en el polluelo que ya, en el pensamiento de sus padres, se llamaba "Paz".
También se despertó el pequeño, pero de una manera tan suave y a la vez viva, que parecía que no había estado durmiendo.
Paz se fue a la ventana, pero esta vez no para observar si no que se lanzó como si hubiese algo blando debajo. A los padres se les salió el corazón, pasó por su mente la posible muerte de su pequeño pero sin dudar se lanzaron a salvarlo. Juntaron sus alas para que el polluelo callera en ellas. El polluela parecía carecer de materia, era como si, todo él, fuera de plumón. Cayó suavemente en las alas de sus padres y para sorpresa de ellos, después de unos segundos, se elevó en el aire en un vuelo, aunque sencillo, hermoso y perfecto.













Bienvenidos a mi niñez

Este año va a ser para mi el año del orden. Todo buen orden empieza en la mente y es allí donde más trabajo tengo con mis estanterías. Está todo allí, pero ¿quien sabe donde?
En ese trabajo creo que me será de utilidad ir recuperando y pasando al ordenata todo lo que tengo escrito de niña, o al menos lo que mas me apetezca recuperar... seguro que me llevo alguna que otra sorpresa...
Quiero comenzar por un cuento de Navidad, ahora que, por fin, los adornos duermen las primeras horas de su año de descanso.